El humor es un recurso significativo en el desarrollo de una clase.
Una anécdota, una ilustración, una frase humorística, a modo de aire fresco, aviva
el interés por la exposición. Y debe ser así por cuanto el enemigo natural de
todo alumno es el aburrimiento; pero el evitarlo corresponde al profesor. Es
además, es su responsabilidad saber: ilustraciones, textos bíblicos, pensamientos célebres, fábulas, preguntas capciosas y otras formas literarias para que su clase sea amena.
Un
estudiante no puede permanecer concentrado durante mucho tiempo; puede estarlo en un promedio de 10 minutos, si la clase es activa. Por tanto
recomendamos el manejo de intermedios o pausas en las que inserte alguna ayuda literaria con la finalidad de motivar su
interés y aliviarlo de la fatiga propia del trabajo intelectual.
Para estos intermedios proponemos el uso de chistes y ocurrencias,
ilustraciones, anécdotas, frases célebres, que generan un descanso sin alejarlo
del tema.
Pero nos referimos al humor considerado blanco, no grosero ni mal intencionado. De ese humor
que hace broma de las circunstancias respetando la dignidad de la persona. Este
humor entretiene y puede divertirnos sanamente en el aula o en cualquier
ambiente académico. Además, es un principio pedagógico: se aprende mejor, lo que se aprende con alegría.
Recuerde estimado profesor que, una clase sin sonrisas es como un jardín sin flores. Lea este chiste y sonría:
Perezoso
Un hijo dice a su padre:
- ¡Papá! hoy día
no quiero ir a clases, por tres razones:
Primero, todavía
tengo sueño,
Segundo, la
escuela queda lejos, y
Tercero, cuando
llego, mis compañeros se burlan... y tengo
vergüenza.
El padre
responde:
- ¡Hijo! te voy a dar también tres razones por las cuales
debes ir a clases:
Primero, son las
nueve de la mañana...
Segundo, tienes
cuarenta años... y
Tercero: ¡Eres el
director de la escuela!
Algo de humor gráfico... |
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