Estos
principios nos van a ayudar mucho en nuestra labor docente.
1.
Respete al estudiante:
Este
principio es muy importante: respete al estudiante. Trátelo con aprecio. Sea
amable. Salude o responda el saludo. Pregunte por el ausente. A quien
está decaído pregunte, con delicadeza, el por qué, para que pueda orientar.
Cultive
formas de hacer ver que sus estudiantes le interesan. No muestre indiferencia.
Converse con ellos dentro y fuera del aula. Hágales ver lo importante que son.
Recuérdeles que en el aula usted su profesor, en primer lugar, y en segundo lugar,
su amigo. Y que, fuera del aula, usted es su amigo y en segundo lugar, su
profesor.
Por
lo demás, los estudiantes constituyen la esencia del proceso, y toda nuestra labor
educativa gira en torno a ellos ¿Qué haríamos los docentes si no tendríamos
alumnos?
2.
Hágase escuchar:
Dado
que una clase es un trabajo intelectual que requiere de la atención del
estudiante, este principio nos hace recordar que dicha atención no es
espontánea o natural. Deduzca de su experiencia: cuando usted asiste a un
seminario, curso, o taller: sus pensamientos están en otros asuntos, menos en
el tema.
La
atención es deliberada. Lo genera el profesor mediante la motivación; y la
motivación se basa mayormente en ayudas literarias. Por tanto, un profesor debe
saber: frases célebres, citas de autores famosos, textos bíblicos,
ilustraciones, fábulas, anécdotas, preguntas capciosas, y otras formas que
despierten el interés del estudiante por el tema.
Aplique
el principio pedagógico que dice: “El que atiende, entiende y aprende”.
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