Estos pilares son recomendables para la
docencia superior. Si usted es un profesional y no aspira a ser
docente, le bastará con capacitarse constantemente y hará un buen ejercicio
profesional. Pero si es docente o aspira a la docencia superior, considérelos. Veamos el
siguiente gráfico:
Un profesor debe
ser, además: antropólogo o sociólogo, psicólogo, filósofo; y cultivar
habilidades personales y sociales. Estos pilares le serán de mucha ayuda para
su desempeño en el aula.
La antropología permitirá una mejor interpretación de la diversidad
cultural de los estudiantes. Como diría José María Arguedas, en el aula como en
el país convergen “todas las sangres”. Los alumnos proceden de ciudades urbanas
o rurales de la costa, sierra o selva.
Cada región
tiene patrones culturales diferentes a las otras. Y lo que es una buena costumbre en cierto lugar puede ser mala costumbre en otro. De allí la
necesidad de una educación que respete la multiculturalidad.
La psicología ayudará a interpretar
estados interiores que los estudiantes no lo dicen pero si lo manifiestan en informaciones
no verbales como: gestos, miradas, ademanes, balbuceos; y en conductas de
indiferencia, disgusto, desprecio, altanería, agresividad, rudeza.
El profesor debe estar preparado para una lectura correcta
de los estados emocionales de sus alumnos para aplicar los correctivos del
caso.
La filosofía,
explica la diversidad de concepciones y conductas con las cuales los
estudiantes, como todo ser humano y sociedad, responden a las cuatro preguntas
capitales que plantea la filosofía: la naturaleza del hombre (¿materia y espíritu?),
el origen del hombre (¿divino o
evolutivo?), el propósito de la vida (¿para qué nacemos?), y la proyección
después de la muerte (¿hay vida después de la muerte?).
En el aula hallamos
estudiantes católicos, protestantes, adventistas, testigos de Jehová, israelitas,
mormones, ateos, agnósticos. Cada cual actuando de acuerdo a sus principios
religiosos.
Por ejemplo, hay quienes basados en sus creencias
no entonan el himno nacional. Otros no consumen ciertos alimentos. O no se
cortan el cabello.
Las habilidades personales y sociales
Son habilidades
que mejoran la relación con nuestros estudiantes. Su práctica permite
comprender mejor y canalizar sus inquietudes
y anhelos.
En las habilidades personales, que hoy llaman habilidades blandas, destacan: la autoestima, la paciencia, el
buen humor, el auto control, la tolerancia, la oportunidad, la creatividad.
Destaca la paciencia considerando los diversos temperamentos de los estudiantes:
introvertidos, extrovertidos, pícaros, todos listos a la broma, al fastidio
mutuo, al sobrenombre. En las habilidades sociales son importantes la
asertividad y el liderazgo. La asertividad es hacer respetar nuestros derechos
respetando el derecho de los demás
No practicar
dichas habilidades desmerece la labor docente. No conviene al profesor el enojo,
la impaciencia o la indiferencia. Por el contrario, nuestros alumnos merecen ver
docentes respetuosos, dinámicos, creativos, satisfechos, que transmitan estas
habilidades personales de palabra y con su ejemplo. No debemos olvidar que los
estudiantes son reflejo de los docentes, así como los hijos somos reflejo de
nuestros padres.
Ciertas
habilidades son difíciles de cultivar por la rutina estresante de la docencia o
por diversos problemas. Sin embargo, para su beneficio el docente deberá
desarrollar estas destrezas, que siendo tales, son adquiridas mediante el
estudio y la práctica.